Nota: Mia, de Javier Van der Couter

MEDIO: Revista Haciendo Cine
FECHA: Noviembre 2011
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Zamba para no morir

A propósito del estreno de Mía, entrevistamos a su director, Javier Van de Couter, y le dedicamos un pequeño perfil a una revelación: Camila Sosa Villada. Ley de Identidad de Género, marginalidad, homosexualidad, travestismo, muerte, resurrección y vida. Por Hernán Panessi

Una villa gay es uno de los escenarios en donde se desarrolla Mía, debut cinematográfico en dirección de Javier Van de Couter. A su vez, esa Villa Gay –sí, con mayúsculas; también conocida como Aldea Rosa- será el punto de partida para el desarrollo de una curiosa historia de Cenicientas. Historia en la que Rodrigo de la Serna será, apenas, un ininteligible príncipe azul y Camila Sosa Villada la princesa a la que le rendiremos tributo. “¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías”. “No soy el amor, amante; soy la muerte, Dios me envía”, recita triste su Ana al compás de una procesión que va por dentro y dejando abierto el camino para repensar problemáticas tan elementales como la discriminación, el derecho de familia, la moral aceptada por la sociedad y la infinita capacidad de dar amor que tiene el ser humano.

Javier, ¿de dónde surge la historia de Mía?
La idea de contar Mía surgió hace muchos años. Tomé contacto con la historia de la Aldea Rosa y en ese momento me llamó la atención: un asentamiento habitado únicamente por homosexuales y travestis, e inicié una investigación de donde surgió un primer capítulo de una posible serie. Terminaba de escribir Tumberos para televisión y el ámbito de la Aldea me pareció magnético, pero el proyecto de la serie no se concretó. Luego de un tiempo volvió a surgir la necesidad de contar ese universo en un formato de guión de largometraje, pero esta vez quería vincularlo con otros sectores sociales, investigar el encuentro de dos realidades distintas en donde las personas tienen en común la intención de bondad y el dolor.

¿Cómo elegiste a Camila Sosa Villada para el rol de Ale?
Hice un casting con chicas trans de todo el país. Una asociación (la A.T.T.T.A, Asociacion Travestis Transexuales Transgeneros Argentinas) me permitió participar de un encuentro en Córdoba que capacitaba a chicas trans para que puedan, entre otras cosas, manejarse en una sociedad que las rechaza. Si bien el guión ya estaba escrito, ese encuentro fue increíble. Paralelamente, había escuchado que una actriz trans hacia una obra de teatro en Córdoba Capital. Averigüe y me conectaron con Camila. Hablé por teléfono, le conté del proyecto y le dije que estaba viajando a Córdoba para verla en el teatro y le pregunté sobre la posibilidad de hacer un casting. Quedé subyugado con su talento, y a pesar que le tomé dos casting más en Buenos Aires, la decisión que interprete el personaje ya estaba tomada desde que la vi.

¿Por qué decidiste contextualizar parte de la historia en la Aldea Rosa?
En realidad aparece primero la idea de contar la Aldea Rosa, profundizar esa pequeña sociedad a costas del Río de la Plata y detrás de Ciudad Universitaria, pero en el trabajo de investigación me sedujo un personaje en particular y comencé a tratar de dar con ella. La Aldea ya había sido desalojada y los años habían pasado. Su situación marginal no les permitía tener ni un celular ni un mail, por lo que costaba mucho encontrarlas. Hasta que di con un cura que las evangelizaba y le pedí grabar una entrevista con él. Conversamos durante horas y allí me enteré que el personaje que me tenía totalmente enamorado había fallecido. La emoción fue muy grande y no pude escribir por un tiempo.

¿Y cómo encaraste el proyecto a partir de esa noticia?
Bueno, luego de ese pequeño duelo, decidí que sería un sólo personaje protagónico, no contaría tanto “la aldea” sino a ése personaje que parte de allí todas las mañana con un objetivo y nada mejor que un vínculo basado en el amor para poder traducir lo que imaginaba. Por eso la Aldea quedó establecida como vivienda de ese personaje, lo completaba porque sería doblemente marginal: travesti y cartonera.

¿Intentaste darle aseveración geográfica al lugar o te basaste en otros conceptos para construir tu propia Aldea Rosa?
Las dos cosas. Muchas de ellas trabajaban recolectando en el barrio de Núñez. Sus ranchos por fuera eran de chapa, pero por dentro eran casas de muñecas, lleno de detalles delicados. Con el director de arte tratamos de darle un toque especial pero cercano a lo que era en realidad, con cierto realismo mágico. Pobre y limpio. Lejano del ruido, del tráfico, con sonidos a bosque y a río.

¿Crees que esta película viene a aportar su granito de arena a la Ley de Identidad de Género?
Pensábamos estrenar esta película en Marzo y por diferentes situaciones se estrena en Noviembre, en un momento en donde la identidad de género se convirtió en debate. Creo que el arte siempre ayuda a reflexionar y a que esa diferencia, a veces tan marcada, entre unos y otros, sea más difusa, menos estricta, considero que el camino emocional ayuda a ponernos en el lugar del otro y desde allí intentar comprender.

¿Entonces?
Sí, aporta y mucho. Estoy a favor de la Ley de Identidad de Género. Creo que es necesario comenzar a llamar las cosas por su nombre. Y abandonar preceptos aprendidos para evolucionar y crecer como sociedad y como seres humanos. Entender que hay otros parámetros y que todos somos diferentes y particulares.


Mujer, mujer

En el extinto blog lanoviadesandro, Camila Sosa Villada exponía con pasionales textos sus vivencias, tan lorquianas, tan queer, entre las que se encontraban su infancia en Mina Clavero y sobre las que supo decir que si no las contaba, terminaría lastimándose. A propósito, en la obra teatral Carnes Tolendas, donde interpretaba a una travesti confrontada en testimonios tanto masculinos como femeninos, y donde varios de esos textos fueron llevados a escena, casi como en su propia invención, supo llevar a más de 6000 espectadores durante casi ocho meses de funciones. Por su parte, en el mundo cinematográfico, ha protagonizado La Vereda de la Calle Roma (2005) y Camila, desde el alma (2009), corto ganador del festival Diversa 2010. Así, esta actriz cordobesa supo ganarse su lugar hasta llegar al protagónico de Mía, donde interpreta el sueño de la mujer sufrida, mujer resistente, mujer ingenua, mujer esperanzada y mujer elegante. Mujer, mujer. Como una chica Almodóvar, todas son Ale. Todas son, en verdad, Camila Sosa Villada.

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