Artículo sobre No solo en cines

Artículo sobre No solo en cines para Revista NaN. Página 1, 2, 3, 4 y 5.

| Por Hernán Panessi

Supongamos que la vida es un triángulo, un cuadrado o un círculo. Y que cualquiera sea la forma geométrica, dentro contiene a un sistema complejo con mil y un entretejidos. Sin embargo, todos los bordes y periferias serán siempre más o menos iguales. Y en el ámbito de la cultura, lo supurado desde los bordes tiene una significación poderosa: en el under está la transpiración, los contrastes, la lucha.
El cine argentino, de un tiempo a esta parte, ha ido contemplando poderosamente ciertas arterias e incorporando los bordes al centro. Después de años de transitar los márgenes, el cine independiente fue encontrando su lugar en el mundo a fuerza de constancia, alma, corazón y vida. Como una tromba –no sin antes sangrar por mil heridas-, el convoy que comprende al cine independiente fue parándose cada vez más firmemente. Y en coincidencia con un momento histórico en donde la autogestión y las visiones federales son bien ponderadas, muchos autores terminaron saboreando las mieles del éxito. Tal es el caso de Emiliano Romero, director del largometraje Topos y responsable de un emprendimiento que está allanando un camino: No Solo en Cines.
Ante la negativa de las salas comerciales a exhibir cierto tipo de cine, cientos de películas corrieron con una suerte polémica: se estrenaron mal o, incluso, no lo hicieron. Por caso, Romero, quien estuvo cinco años realizando Topos supo tocar fondo, pararse en dos patas y decidir ponerse la capa para convertirse en superhéroe. Pero, claro, ser héroe tiene también sus desventajas, sus luchas y sus tribulaciones.
Luego de intentar aplicar a varios fondos sin mayor suerte y con un costo total de 2 millones de pesos, Topos contó con el aporte del INCAA –el film clasificó por 2da vía, ya que Romero pudo presentarse él mismo como productor al tener estrenado un corto en 35mm llamado Cantautor, de 2005-, familiares, amigos e inversores varios, más el apoyo inestimable de una cámara Red One en calidad 4K cedida por la Universidad del Cine. Los años de trabajo más un buen puñado de colaboradores hicieron de la película un notable paso en alto para el cine fantástico nacional. Y, por lo demás, terminó sentando precedente con respecto a una de las problemáticas actuales de las producciones pequeñas y medianas: la exhibición comercial. ¿Cómo fue la experiencia del director? “En el proceso de post-producción, en mayo del 2012, fui a ver a distribuidores. Hablé con grandes y chicos. Todos me iban diciendo que no. Entonces, me puse a mí mismo como distribuidor. Empecé a ver qué podía conseguir. Y me tuve que olvidar de las salas grandes. Intenté con Cinemark, Village, Hoyts... ninguna me dio ni pelota”.
A fuerza de buscar salas para mostrar su película y luego de obtener la negativa de muchas, no pensó en resignarse. Siguió intentando por aquí y por allá hasta encontrar su propio recorrido. Así, centros culturales, teatros, bares y misceláneos fueron la ruta de exhibición de Topos. Romero: “El de Topos fue el primer afiche del cine argentino en contar con los logos de centros culturales. Estaban chochos porque tenían toda la ciudad empapelada con su marca”. Y, vamos de nuevo: cualquiera sea la forma geométrica de la vida, hay un ruta llena de bordes y periferias. Romero fue por todo: bautizó a este recorrido como No Solo en Cines, sumando a la palestra la figura del exhibidor ambulante. Es decir, en la lógica del hazlo tu mismo, No Solo en Cines instala las pantallas, muestra las películas, lleva a los directores para hablar pos función, levanta las cosas y se va. Y así, una y otra vez.

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El titular de una nota para el número de mayo de la Revista Hecho en Buenos Aires rezaba: “Si Kusturica fuera argentino, estrenaría con nosotros”. Y aquella, también, es una sentencia, una forma –tal vez extraña, tal vez pretenciosa- de aproximarse a un horizonte. Es tan difícil resolver la entelequia “independencia”, que nadie siquiera esboza una mueca, una aproximación. ¿Independiente a qué? ¿A una ideología, a una estética, a un factor económico? Tanto Kusturica como Romero llevan adelante sus verdades como puños: “Cuando la industria te empuja a hacer películas, las películas terminan sirviéndole a la industria y no a uno mismo ni a otros”, dijo alguna vez el director serbio. “Hay una cuestión con el cine, el productor y el director: el ego. Toda la vida se manejaron de forma individual. Históricamente, cada una de las películas peleó por su lugar en forma solitaria. Esto es un cambio. Gente que se une, gente que toma el control. ¿Y si hay gastos? Los separamos. Es simple: de a uno nos van a masacrar. Hay que peleársela a las multinacionales. Emular a los grandes pero hacerlo a nivel local”, reafirma el nacido en Buenos Aires.
Las salas comerciales, es sabido, manejan una lógica ídem. Si la obra (o, por extensión, el producto) está respaldada por publicidad masiva, grandes distribuidoras o apellidos rutilantes, las salas suelen dar el visto bueno para el negocio. Ahora bien: ¿el cine es un negocio? El origen etimológico de “negocio” es fuerte: neg-ocio, nec y otium en latín, la negación del ocio, la verdad puesta en servicio del capital. Otro interrogante: ¿qué pasa, entonces, con el cine independiente? Lugares como el Cine Club Mon Amour, el ArteCinema, el Cine Cosmos-UBA, el Teatro La Máscara, el malba.cine, el Gaumont, los Espacios INCAA et al. fueron el refugio tanto del “cine arte” (a la sazón: ¿qué será el “cine arte”?) como de aquellos que no encontraron (no pudieron o no quisieron) su lugar en el mainstream hecho y derecho. Y están, claro, los desclasados. Aquellos que ni en un lado ni en el otro tuvieron cobijo. Y así, No Sólo en Cines viene a resolver esta problemática. “Los directores independientes que consiguieron un estreno comercial, la pasaron como el orto. Las multisalas le decían a la gente que no había entradas, que estaban agotadas. ¿Por qué? Es que cuando no hay entradas no podés llegar a la media estipulada. Ellos prefieren bancar a una pochoclera que a tu película. Les conviene eso, entonces les hacen un boicot a las pequeñas. Las ponen porque lo tiene que hacer por ley, por la cuota de pantalla. Cumplen con la ley, pero la sacan lo más rápido posible. Por eso, Topos no llego a los multisalas. Hoy tenemos 50 salas y no damos abasto”, dice Romero. Problemática, por caso, que no sólo comprende a ese noviazgo entre “película y sala” sino que evoca, además, al pene de los acontecimientos: los espectadores. Ahí, con la figura de la exhibición ambulante, la cinefilia local cuenta con la variante de la pluralidad y el acceso. La cartelera de cine termina obteniendo una actualización poderosa e incorporando lugares federales, atípicos desde cualquier lógica comercial.

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Hay, en la dialéctica de No Solo en Cines con las salas independientes una aparición -de mínima- curiosa: las entradas INCAA. Luego de un arreglo entre Romero y su gente con el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales, todas las exhibiciones de este colectivo cortan una entrada oficial. Es decir, ya no se trata de muestras marginales sino de exhibiciones oficiales en lugares extraordinarios. Dice: “A los tres meses, con Topos, después de pasarla todos los días, llegamos a un numero tremendo. Metimos unos 11 mil espectadores, sumando cines y No Solo en Cines. En el verano paramos. Ahí fue donde cranié esto de empezar a dar oportunidades a otros realizadores”.
Con la existencia de No Solo en Cines, la aspiración de cierto tipo de cine por el circuito formal termina siendo un concepto vetusto, antiguo, empolvado. En nuestro país se filma mucho. ¿Y dónde se muestra todo ese material? Antes, en pocos lugares. Hoy, en un buen puñado. Así, una cantidad de espacios que –sin ser necesariamente cines, como los casos de El Camarín de las Musas, el Teatro Chacarerean, Casa Brandon o ¡La Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Adrogué!- devienen en espacios alternativos, en lugares de resistencia. A lo largo y ancho de Argentina, las películas estiran su espacio de permanencia en pantallas. Por esta experiencia ya han pasado películas como Malditos Sean!, La Memoria del Muerto, Diablo, Pompeya, Vikingo, Caño Dorado, La Peli de Batato o ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? Todos films que ya han tenido su explotación comercial pero que sus autores han decidido legar su exhibición. Además, largometrajes del riñón (verdaderamente) independiente como Alas, Plaga Zombie: Zona Mutante: Revolución Tóxica, El Hada Buena: Una fábula peronista, Los Subterráneos o TL-2: La felicidad es una leyenda urbana renacieron tras sus estrenos. Así, películas con uno o dos años de antigüedad que han tenido un paso fugaz tienen una segunda oportunidad. “Hacemos una suerte de curaduría con un determinado estilo de películas. No Solo en Cines se interesa en las del medio. Sí, ni en las películas de Adrián Suar o Guillermo Francella, ni en el snobismo del BAFICI. Es que no había lugar en el medio para las películas que están cerca del público, para el cine de género, para aquellas películas naturalmente entretenidas. Programamos para el público, no para el crítico”, dice el realizador de Topos.

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En un tendal de localidades que une a Palermo con Avellaneda, a Ciudad Jardín con La Plata o a Bahía Blanca con González Catán, No Solo en Cines sigue en la búsqueda de espacios y películas. Llevando adelante el gesto con enorme responsabilidad, el camino de la exhibición alternativa es cada vez más grande y sólido. La autogestión, agradecida. “Es autogestivo posta. Creo que en cuatro o cinco meses, la cosa va a cambiar. El barco va a navegar solo”, agrega. La intención es devolverle el cine a los barrios: “Vamos a barrios que no tienen cine, ni shoppings. Por lo demás, meterse en un shopping para ver una película es una mierda. Tomar una birra, comer una pizza, charlar con el director o con uno de los actores principales es como un ritual. Nosotros ofrecemos eso”. Por estos momentos, No Solo en Cines tiene la intención de crecer. Contrataron a una agencia de prensa para que los divulgue, a un diseñador para que les haga el logo. “Gasté mucha guita de mi bolsillo –señala Romero- para que crezca el circuito”. Abril fue su mes más fuerte hasta el momento: en vez de diez proyecciones mensuales, hicieron unas treinta. “Para que crezca, es necesario difundir. Salas tenemos un montón, el tema es el público”. El próximo estreno será Hermanos de Sangre, de Daniel de la Vega, película distribuida por Pascual Condito –figura histórica del cine nac & pop, responsable de la distribuidora Primer Plano, quien hace poco declaró que ya no distribuiría cine argentino- que resultará bisagra entre la distribución del pasado y del futuro, ya que también irá por la vía de No Solo en Cines. ¿Acompañará el público este intento por ofrecer una poderosa variedad de propuestas? ¿Cuál será la reacción de la Gran Industria? ¿Qué dirán los medios especializados? ¿Cómo tomarán el nuevo escenario los directores operaprimistas? ¿Y los vieja escuela? ¿Coparán las salas los vecinos? Las respuestas, y ahora más que nunca, en su cine más cercano.

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